La entrega de una estatuilla a un artista con el nombre de una consagrada mujer del arte debe ser un gran estimulo para quien recibe el reconocimiento por el trabajo hecho por un año.
El Casandra, la más alta distinción dominicana para sus artistas es un homenaje a lo bueno que ocurre en esa manifestación humana.
Pero, premiar la chavacanería, lo cuestionado socialmente, lo más cuestionado moralmente como que no engrandece a esa premiación, muy por el contrario le resta meritos.
Sentó el dolor ajeno y el irrespeto a la mujer dominicana cuando un "antivalor", llamado Omega fue objeto del mismo reconocimiento que se da a lo más destacado de aquí.
Sentí la verguenza ajena porque no se entregó el reconocimiento a Michael Miguel. El Casandra debe crecer.
Los artistas dominicanos tienen que contribuir para que la cronica de arte haga justa la selección y se separen los cuestionamientos que quedan trás el homenaje que se hace a los que contribuyen con el entretenimiento nuestro.
La diafanida de este premio tiene que ser un reclamo colectivo. Los Jhonny Pacheco deben sentir orgullo de lo recibido.
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